El fin de la primavera
- Diana Grullón García
- Jun 7, 2020
- 5 min read
Updated: May 29, 2021
*Segundo apunte pandémico
En un limbo estamos.
En cuanto a las cifras del COVID-19 andamos perdidos. En cuanto a su existencia y a la pertinencia o no de las regulaciones a escala global y particular, también. La magnitud del virus y de las medidas tomadas entre marzo y mayo habían sido tal que muchos dejamos pasar por alto que el gobierno estadounidense anunciara que avistaron un objeto no identificado en nuestra órbita, que además avispas asesinas andan a la deriva, artículos noticiosos de posibles meteoritos invadieron las redes sociales, volcanes al unísono en un momento dado y, luego, la economía, imperante sobre la salud humana y sojuzga como motor impulsor de la apertura a la normalidad y dejar de lado la cuarentena; apertura que ya tiene sentido (no por la relevancia económica sino por la vaguedad de los números, que nunca han sido claros). Ya ni siquiera importa.
Ningún evento escalaba lo significativo del virus, y de los manejos institucionales o la falta de estos. Fue una de esas situaciones que surgen de improvisto, a pesar de lo circular de los eventos históricos como lo es una pandemia, y tomó tiempo procesar lo que estaba ocurriendo. Otras, son batallas que han ido fermentándose por siglos y décadas, y años, meses-semanas-días, con sus horas, minutos y segundos, esperando a cuajarse, a degradarse a la simplicidad de una emoción que busca ser entendida, a deconstruir la complejidad que se incubaba para ser algo y manifestarse, cual bolas de nieve que comienzan pequeñitas y al bajar por el barranco previsiblemente acrecientan, recogiendo lo que encuentran en el camino, y destruyen y (de)construyen.
Estas luchas imperan sobre las primeras.
Escribo consciente del otro evento histórico que se desarrolla hace ya una semana ante nuestros ojos en los Estados Unidos y que parece extenderse hasta el resto del mundo. He visto protestas por internet en Francia, Inglaterra, Nueva Zelanda, México, y más. Nos encontramos en medio de la gran polémica que superó la atención de la gente que se encontraba imbuida en el COVID-19. Después de todo, la pandemia acaba de llegar y la beligerancia racial que hoy conocemos la tenemos de este lado del globo desde 1492. Por supuesto que amerita mayor atención y de seguro que enciende más debates, caldea ánimos y drena energías, no hay duda. Prevalece el sentir que causan estos acontecimientos, incluso para quienes se esconden en la supuesta comodidad que da el silencio.
Silencio que es disfraz de paz frente a las agresiones sociales sufridas en el pasado. Silencio que sirve más bien como caldero burbujeando el presente vivo que bulle.
Silencio que son emociones en el lenguaje, en la mirada y la negación de las palabras.

Foto de @planetlabs: https://twitter.com/planetlabs
La lucha del Black Lives Matter #BlackLivesMatter no es nueva. La hemos venido escuchando desde el 2013 cuando el movimiento fue creado como respuesta al asesinato en la Florida de Trayvon Martin y la exoneración del homicida responsable a pesar de lo evidente del crimen. Las instituciones no escucharon (aunque sabemos que no se caracteriza precisamente por la práctica de escuchar al pueblo negro estadounidense). No obstante, estamos conscientes de que esta batalla no es nueva, que “gracias” a la colonización europea en las Américas, una doctrina de abuso y minimización basada en la raza fue divulgada e internalizada de colonizador a colonizado al punto que hoy, más de cinco siglos luego, la utilización de epítetos despectivos se pavonea hasta en nuestros discursos, en lo que se toma como natural sin serlo, aún en pleno siglo XXI.
Escribir aquí de tanto es imposible. El asunto racial estadounidense es muy complicado y no pretendo detenerme mucho en ello ahora. Los escritos continúan y seguirán publicándose acerca de esta gran caja de pandora que el asesinato de George Floyd reabrió. Sinnúmero de perspectivas bombardean a los lectores ávidos en las redes sociales y en pleno caos las divergencias se acentúan. Sabemos que el racismo en cualquier parte del planeta es real, incluso a pesar de existir quienes lo nieguen. Muchas veces ese prejuicio en base al color de la piel viene enlazado a la xenofobia, lo que hace que discutir el tema sea aún más complicado en nuestra realidad latinoamericana mestiza. Quizás evito ánimos de establecer máximas ideológicas que pudieran parecer impertinentes, no porque me interese cuidar de quienes al leer pudiesen ofenderse, sino porque, más allá de lo que he expuesto en las redes sociales, no es mi intención ni aquí y ni ahora abundar sobre el actual caos de la política y del sistema socioeconómico de los Estados Unidos -inconcluso- que ha aumentado a raíz de las protestas contra el abuso policiaco hacia los afro-estadounidenses. Sin embargo, en este fin de la primavera nórdica del año 2020, dejar de mencionarlo decontextualizaría cualquier otra cosa que yo escribiese.

Desde el trazo de esta seudocrónica, reflexiono y, como los/las que incrédulos/as que viendo lo que pasa sonríen (aunque con miedo), yo igual lo hago pero con desconfianza. Muchos/as pudimos sospechar que algo como lo que está pasando, sucedería, si bien parecían ideas imposibles o lejanas en el tiempo.
Cavilo que nos ha tocado repensarnos: merodeo por mis recuerdos de la niñez.
Cavilo, y he visto a la niña conversadora a la que castigaban en el colegio por hablar demasiado, la que llamaban a su madre para reuniones en las que elogiaban su trabajo a medias, pues, no sabía callarse en clase.
Cavilo, veo a mi madre en mi hija y, en mi madre, mi hija; y a mi hija en mí,
y a mí, en ella, en ambas.
Cavilo, me enajeno, coloreo, hago rompecabezas.
Cavilo, respondo correos electrónicos, participo en conferencias en-
línea, me organizo o hago el intento, escribo, tomo vino, leo, y
escucho podcasts también.
Cavilo, huyo y regreso del pasado presenciado y silenciado.
Presente bullendo.
Cavilo y escribo.
¿Cómo documentar algo si ya no hay más espacio?
¿Espacio?
¿Y qué es ese espacio en la 'hoja' de Word?
¿Y qué es ese espacio blanco en la libreta?
En ese espacio,
escribo.
Escribo en Negro.
Negro sobre
blanco.
Lees.
Negro sobre blanco.
Cavilo, y tú lees
en Negro.
La pandemia acá en el norte comenzó en pleno frío, y aunque la apertura y las consecuencias del llamado shelter-in-place ya están de frente, no así el fin del virus, no así la "normalidad". El racismo acá comenzó en cuanto llegaron los europeos a estas tierras entre el Atlántico y el Pacífico, y aunque la abolición sucedió hace más de siglo y medio, los resultados todavía los tenemos de frente, no así el fin del abuso de poder de las insituciones, no así el prejucio racial. Antes de que ocurran otros muchos más inviernos que superen la pandemia, recuerda notar el fin de la primavera.

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